D053 Custodia de la creación con tierras de propiedad de la Iglesia

Esta es una traducción inmediata (automática) que será editada para mayor claridad. Las traducciones definitivas se mostrarán aquí tan pronto como estén disponibles.

La Resolución 1991-A195, adoptada por la 70ª Convención General hace más de 25 años, declaró que la administración cristiana del medio ambiente creado por Dios, en armonía con nuestro respeto por la dignidad humana, requiere una respuesta de la Iglesia de la mayor urgencia. Esta urgencia no ha hecho más que aumentar en las últimas décadas. En el Génesis leemos que Dios creó a la humanidad del polvo de la tierra y nos puso en un jardín para que lo cultiváramos y lo conserváramos. En el Apocalipsis vemos que cuando Cristo vuelva, la tierra se convertirá en una ciudad-jardín, con el agua de la vida fluyendo libremente y el árbol con las hojas para la curación de las naciones en su centro. Mientras esperamos ese día, somos conscientes de que Dios nos hizo de una misma sustancia con la tierra. Como testigos del amor de Dios, la Iglesia tiene la oportunidad de hacer un mejor uso de nuestra propiedad infrautilizada para crear proyectos tangibles que secuestren carbono y preserven las especies. Podemos hacerlo en terrenos que ya poseemos, en colaboración con los vecinos a los que estamos llamados a amar y servir. Tales proyectos de ministerio ecológico crean oportunidades para que mostremos y contemos el amor de Dios en Jesucristo y demostremos que el cristianismo y la ciencia son socios, no enemigos.