D016 Buscando la verdad, la reconciliación y la restauración
Nuestra fe está repleta de la presencia de mujeres y de su ministerio. Las mujeres han proclamado el Evangelio, han atendido a los enfermos, han profetizado y han ejercido su ministerio. La Iglesia se ha beneficiado durante mucho tiempo de los dones y el ministerio de las mujeres. La Iglesia también ha discriminado, acosado, despedido y abusado de las mujeres. En el último año, las mujeres de nuestra cultura y de nuestra Iglesia han denunciado con audacia y valentía estos actos de abuso, acoso y denigración, así como a quienes los han perpetrado y se han beneficiado de ellos. Nosotros, como comunidad de creyentes, nos encontramos en un momento cultural de ajuste de cuentas por los pecados del patriarcado, así como por la discriminación y la violencia de género. Ahora es el momento de decir la verdad sobre el poder opresivo de la discriminación y la violencia de género y otros abusos de poder que degradan a los hijos de Dios. Reconocer que el patriarcado, junto con la heteronormatividad, la supremacía blanca y nuestro legado colonial, son capas superpuestas de opresión y dominación, es el trabajo de la iglesia. Este trabajo continúa con la confesión de estos pecados, la búsqueda de la justicia, la búsqueda de la reconciliación y el ser catalizadores de la restauración. Tratamos de arrepentirnos, para poder ser portadores creíbles de la Buena Nueva del amor reconciliador de Jesucristo por el mundo, y tratamos de actuar en favor de la justicia, la restauración y la reconciliación.
Explicación
Nuestra fe está repleta de la presencia de mujeres y de su ministerio. Las mujeres han proclamado el Evangelio, han atendido a los enfermos, han profetizado y han ejercido su ministerio. La Iglesia se ha beneficiado durante mucho tiempo de los dones y el ministerio de las mujeres. La Iglesia también ha discriminado, acosado, despedido y abusado de las mujeres. En el último año, las mujeres de nuestra cultura y de nuestra Iglesia han denunciado con audacia y valentía estos actos de abuso, acoso y denigración, así como a quienes los han perpetrado y se han beneficiado de ellos. Nosotros, como comunidad de creyentes, nos encontramos en un momento cultural de ajuste de cuentas por los pecados del patriarcado, así como por la discriminación y la violencia de género. Ahora es el momento de decir la verdad sobre el poder opresivo de la discriminación y la violencia de género y otros abusos de poder que degradan a los hijos de Dios. Reconocer que el patriarcado, junto con la heteronormatividad, la supremacía blanca y nuestro legado colonial, son capas superpuestas de opresión y dominación, es el trabajo de la iglesia. Este trabajo continúa con la confesión de estos pecados, la búsqueda de la justicia, la búsqueda de la reconciliación y el ser catalizadores de la restauración. Tratamos de arrepentirnos, para poder ser portadores creíbles de la Buena Nueva del amor reconciliador de Jesucristo por el mundo, y tratamos de actuar en favor de la justicia, la restauración y la reconciliación.