C018 Convertirse en una iglesia santuario
Se resuelve, con la aprobación de la Cámara de Diputados,
Que la 79ª Convención General de la Iglesia Episcopal se declare como Iglesia Santuario, tal como se define en las siguientes acciones y compromisos; y que además
Resuelve que la Iglesia Episcopal aliente y apoye a las congregaciones e instituciones de la Iglesia, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos, a considerar la posibilidad de convertirse en Congregaciones e Instituciones Santuario, sirviendo como lugares de acogida, refugio, sanación y otras formas de apoyo material y pastoral a los inmigrantes y refugiados y a todos aquellos que son objeto de odio debido a su condición de inmigrantes o a alguna condición percibida de diferencia como la religión o la nacionalidad; y que además
Resuélvase que la Iglesia Episcopal aliente y apoye a las congregaciones e instituciones de toda la Iglesia para que trabajen junto a nuestros amigos, familias y vecinos para garantizar la dignidad y los derechos humanos de todas las personas, y específicamente para que se conecten con las comunidades e instituciones santuario locales y nacionales, las coaliciones basadas en la fe y los grupos de derechos de los inmigrantes para que participen en la educación, la organización, la defensa, la acción legal directa y otros métodos que se consideren apropiados en cada contexto, a fin de garantizar la seguridad y el debido proceso para los inmigrantes y refugiados, con un enfoque en mantener a las familias unidas; y sea además
Resuelto, que la Iglesia Episcopal afirme el apoyo de nuestra iglesia a las políticas ejecutivas de EE.UU. que restan importancia a las acciones de aplicación de la ley de inmigración contra aquellos que no han cometido delitos graves, y reafirme el apoyo de nuestra iglesia a la acción del Congreso para una reforma integral y justa del quebrantado sistema de inmigración de EE.UU. como se pide en la resolución 2009-B006 de la Convención General: "para permitir que los inmigrantes indocumentados que han echado raíces en los Estados Unidos y que a menudo son padres y cónyuges de ciudadanos estadounidenses tengan una vía de legalización y de plena integración social y económica en los Estados Unidos".
Explicación
Durante muchos años, las familias inmigrantes de Estados Unidos y de muchos otros países han sufrido en los márgenes de nuestra sociedad. Se les ha convertido en chivos expiatorios en épocas de dificultades económicas y han sido víctimas de duras ordenanzas antiinmigrantes aprobadas por países, estados y localidades. Tras las recientes elecciones presidenciales en EE.UU., ha aumentado la preocupación de que la retórica de la campaña, que demoniza a los inmigrantes, se convierta en una política dirigida a ellos por su condición de inmigrantes o por sus creencias religiosas. Como pueblo de fe comprometido con el desmantelamiento de los sistemas opresivos y la construcción de estructuras y comunidades que reflejen la compasión y la justicia de Dios, debemos hacer nada menos que enderezar una carretera en el desierto para nuestros hermanos y hermanas. Esta resolución pone nuestra fe en acción al unirse al creciente número de ciudades, universidades y comunidades de fe que se declaran lugares de acogida, refugio y sanación para aquellos que son blanco del odio debido a su condición de inmigrantes o a alguna condición percibida de diferencia, mientras trabajamos junto a nuestros amigos, familias y vecinos para garantizar la dignidad y los derechos humanos de todas las personas. Reconocemos que las Sagradas Escrituras nos llaman a dar la bienvenida al extranjero (Deuteronomio 10:19, Levítico 19:34, Mateo 25:35) y, por lo tanto, a resistir las propuestas políticas declaradas por la recién elegida administración de Trump de apuntar y deportar a millones de inmigrantes indocumentados, incluidos los veteranos que han prestado un servicio honorable en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, y de eliminar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que ha otorgado un alivio temporal a miles de jóvenes en nuestras comunidades y familias. Reconocemos que este llamado se extiende a apoyar los derechos de los migrantes y refugiados en todo el continente americano y en el mundo que huyen de la violencia (tanto estatal como no estatal) y de eventos catastróficos como los provocados por el cambio climático. En referencia a la defensa de la justicia en temas controvertidos, recordamos las palabras de nuestro antiguo Obispo Presidente Frank Griswold que decía: "Abrir la puerta del corazón es renunciar a la certeza en favor de vivir las preguntas y ver a Cristo en todos los que llaman 'a la derecha o a la izquierda'...Significa abrazar y llevar a la cámara interior del propio ser puntos de vista aparentemente irreconciliables y apasionadamente sostenidos, sometiéndolos a la verdad que es Cristo y permaneciendo entonces firmes, incluso en medio del infierno, sin desesperar."