C009 Convertirse en una iglesia santuario
Se resuelve, con la aprobación de la Cámara de Diputados,
Que la 79ª Convención General de la Iglesia Episcopal, en obediencia a los muchos mandatos bíblicos que nos imploran no agraviar u oprimir al extranjero en nuestro medio y el propio mandato de Jesús de extender el cuidado al extranjero, y de acuerdo con nuestro Pacto Bautismal y en el espíritu de ser inclusivos, reafirma la resolución 2015-D057 que apoya el Nuevo Movimiento de Santuario; y sea además
Resuelve, que la Iglesia Episcopal inste a sus miembros, como personas de fe y de conciencia, a comprometerse a desafiar y cuestionar cualquier ley, política o práctica de inmigración injusta que sea inconsistente con nuestro mandato bíblico de "no agraviar ni oprimir al extranjero residente" (Éxodo 22:21); y sea además
Resuélvase que la Iglesia Episcopal recomiende que sus diócesis y congregaciones se conviertan en lugares de santuario, sirviendo como lugares de acogida, refugio, sanación y otras formas de apoyo material y pastoral para aquellos que son objeto de deportación debido a su estatus migratorio o a algún estatus percibido como diferente, y que trabajemos junto a nuestros amigos, familias y vecinos para asegurar la dignidad y los derechos humanos de todas las personas; y que además
Resuelto, que la Iglesia Episcopal aliente a sus miembros a conectarse con comunidades e instituciones santuario locales y nacionales, grupos y coaliciones por los derechos de los inmigrantes, y a involucrarse en la educación, organización, defensa y acción directa, y otros métodos que se consideren apropiados en cada contexto, para garantizar la seguridad de la comunidad indocumentada, y para ayudar a equipar a las congregaciones, al clero y a los líderes laicos para que se involucren en dicho trabajo, de acuerdo con los contextos locales, la capacidad y el discernimiento.
Explicación
Como pueblo de fe comprometido con el desmantelamiento de los sistemas opresivos y la construcción de estructuras y comunidades que reflejen la compasión y la justicia de Dios, debemos hacer nada menos que enderezar una carretera en el desierto para nuestros hermanos y hermanas. La Biblia tiene numerosos mandatos que nos instruyen a no agraviar u oprimir al extranjero en nuestro medio (Éxodo 22:21 y 23:9, Levítico 19:33, 23:22 y 24:22, Números 15:16, Deuteronomio 24:20-21 y 27:19, Jeremías 7:6-7, Zacarías 7:10 y Malaquías 3:5). Jesús deja claro que los justos heredan la vida eterna porque "fui forastero y me acogisteis" (Mateo 25:35). También deja claro que nuestra falta de atención a su necesidad tiene como resultado la condena de los injustos porque "fui forastero y no me acogisteis" (Mateo 25:43). Nuestros votos bautismales nos exigen "buscar y servir a Cristo en todas las personas" y "luchar por la justicia y la paz entre todos los pueblos, y respetar la dignidad de todo ser humano" (Libro de Oración Común p. 305). Durante muchos años, los inmigrantes y sus familias han sufrido en los márgenes de nuestra sociedad. Han sido el chivo expiatorio en tiempos de dificultades económicas y víctimas de un duro sentimiento antiinmigrante. A raíz de las declaraciones hechas durante la campaña presidencial de 2016, hay una mayor preocupación de que la retórica que villaniza a los inmigrantes se convierta en una política que apunte a nuestros hermanos en la familia de Dios debido a su estatus migratorio, creencias políticas o religiosas. Esta resolución pone nuestra fe en acción al unirse al creciente número de ciudades, universidades y comunidades de fe que se declaran lugares de acogida, refugio y sanación para aquellos que son objeto de deportación debido a su estatus migratorio o a alguna condición percibida de diferencia o que se les prohíbe la entrada a este país, mientras trabajamos junto a nuestros amigos, familias y vecinos para garantizar la dignidad y los derechos humanos de todas las personas.